Heridas de la infancia

El Rechazo
El rechazo es una de las heridas emocionales
más profundas porque quien la padece tiende a interpretar todo lo que
sucede a su alrededor a través del filtro de esa herida, sintiéndose rechazado constantemente aunque no lo sea.
Sentimos rechazo cuando no nos permiten ser como somos, "esto está mal, esto está bien"
Sentimos rechazo cuando nuestros padres mutilan nuestra creatividad y esto puede supone el rechazo hacia nuestros propios pensamientos, sentimientos, acciones e incluso rechazo hacia nuestra propia persona.
A más profunda sea la herida del rechazo, mayor será el rechazo hacia uno mismo y hacia los demás.
Para protegernos, creamos una máscara de vergüenza para pasar desapercibidos y para no acercarnos a quienes puedan hacernos sentir el rechazo.
¿Cómo sanar la herida del rechazo?
La herida del rechazo se sana reconociendo esa herida y aceptándola para dejar de rechazarnos para trabajar la autoestima, la valoración y la aceptación de nosotros mismos.
Para amarnos, valorarnos y aceptarnos es necesario perdonar el pasado para liberarnos de él. Perdonar a las personas que nos han herido y comprender que nuestra percepción puede haber sido errónea, nadie nos ha rechazado, solo ha sido un sentimiento de rechazo no sanado.
Si no consigues sanar esta herida, indaga tu transgeneracional, tal vez alguien fue rechazado de verdad y tu experimentas ese sentimiento de rechazo para sanar al clan.
Un ejemplo transgeneracional
Yo nazco con la herida de rechazo, lo trabajo desde el proyecto sentido y desde la infancia pero sigo con la herida del rechazo hasta que indago mi transgeneracional y me doy cuenta de que una bisabuela fue rechazada y expulsada del clan por quedarse embarazada sin estar casada ni tener pareja.
Al tomar conciencia, comprender, aceptar y perdonar, ya no me importa si me aceptan o rechazan, si gusto o no, si me acerco o me alejo.
Soy libre y me acepto tal como soy, ya no me siento rechazada por nadie.